Estamos hartos de ver películas de mafiosos: el buen humanista defensor de la ley, el capo sin escrúpulos, el violento de turno... Nada mejor que enterarse de quién es el director para tener una idea aproximada de cuál va a ser el verdadero tema. Y Cronenberg es sinónimo de calidad.
Una adolescente rusa da a luz en Londres a una niña, y muere en el parto. La matrona decide dar con la familia para entregar al bebé, y sólo cuenta con el diario de su madre, escrito en ruso. Lo que la buena de la matrona no sabe es que se mete en la boca del lobo, en la mafia rusa que hará todo lo posible para callarla la boca.
El film no circula alrededor de la figura de Naomi Watts, sino en la del conductor Nikkolai. Se puede decir que la historia del bebé es sólo el detonante para que entre en escena el hábitat en el que se mueve. Es un mundo grumoso, oscuro con toques dorados y rojo sangre, todo ello gracias a la excelente fotografía. Una historia universal que se desarrolla en Londres por casualidad: apenas hay planos de situación geográfica o menciones específicas. Esto no quita que la enfermera no sea indispensable: es la antagonista de la mafia, la pureza y el bien luchando por una causa justa.
Se ven algunas semejanzas entre Promesas del este y Una historia de violencia, y todas ellas son virtudes. Por ejemplo, la manera fría y brutal de mostrar las peleas, la agresividad de los personajes. Coreografías dolorosas y realistas que desnudan lo primitivo del ser humano, su lucha en una atmósfera hostil. No es de extrañar estas constantes, ya que con su anterior film Cronenberg por fin fue reconocido internacionalmente por lo que es, y parece ser que quiere repetir tal éxito.
Los actores están espectaculares. El aspecto técnico es impoluto. El director se hace palpable. ¿Algo más para recomendárosla?
Puntuación: ********