miércoles, 2 de mayo de 2007

"Cabeza borradora"

Para empezar, en esta película no valen interpretaciones, ni reflejos de la sociedad, ni cualquier comentario que un buen cahierista haría. La película, simplemente, es, y no debemos fijarnos tanto en lo que Lynch nos quiere decir, como en cómo lo dice.

La pesadilla del bebé deforme, o cómo Henry Spencer afronta esta paternidad y el cambio en su vida, son temas que no parecen que interesen demasiado al director: lo que importa es el uso de la luz, el blanco y negro extremo, las escenas oníricas de los sueños y (¿por qué no?) de la vida real, porque con lo que sucede nunca se sabe si se está despierto o soñando.
Todo recuerda al surrealismo de la década de los 20, como por ejemplo la escena del comienzo, con una superposición del torso de Henry y ese espermatozoide que augura la deformidad del feto. El teatro detrás del radiador pone el toque musical, con una chica con carrillos hiperdesarrollados que al final le consuela y libera de su angustia interior. O, según mi opinión, unos de los mejores momentos de la película, cuando el protagonista empieza a sacar de la entrepierna de su novia y prometida Mary espermatozoides monstruosos que estrella en la pared.
"Cabeza borradora" fue rodada con escaso presupuesto, pero ello no fue un impedimento para crear unos efectos especiales muy turbadores. ¡El bebé es tan real! Lyunch demuestra que con buen hacer se puede conseguir lo que se quiera.
Puntuación:

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