Pobre d mí, intenté adentrarme esta mañana a comprar un par de cosas al Carrefour. En lo que no caí fue que hoy es primer sábado del mes, día en el que todas las familias de clase media e inmigrantes se ponen de acuerdo para hacer la compra del mes: carros y carros llenos de cosas, con la suegra y los churumbeles dando por saco.
Tales aglomeraciones de gente me agobian un poco, me ponen de mal humor, me dan dolores de cabeza y un poco de mareo. Todo se intensifica más si además tengo mucha prisa, como fue el caso de hoy. Pero es que creo que tengo razón:
- Los padres abandonan a su suerte a los críos pequeños, que se plantan de improviso en tu camino y los atropellas.
- No se tiene suficiente cuidado con los carros, se dejan donde mejor te viene, aunque sea atravesado en medio de un pasillo y bloqueando el paso; si encima lo retiras porque no se dan por aludidos, te lanzan una mirada asesina.
- Maldito invento el de las cestas con ruedas. Aunque no lleven nada, tienen que ir arrastrando la cesta, ocupando más espacio y arrollando los pies de pobres inocentes como yo. Con las esquinas te van dando en las piernas y no son capaces de pedir perdón.
- No se sigue un criterio de circulación, cada uno va con el carro por donde le da la gana del pasillo. Me he llegado a sentir como un salmón salvando la corriente del río (pero con propósitos diferentes, ¿eh?).
- Las abuelas, con su lentitud, torpeza y la cesta con ruedas. No merecen ningún comentario.
Cuando llegué a casa lloriqueé a mi madre por qué me mandó a una muerte segura, y me dio un mini-ataque de ansiedad, materializado en comer compulsivamente albóndigas recién hechas... Un día me tranquilizaré con una metralleta y asesinando a gente en el supermercado; pena que sea una pacifista...
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